El eudemonismo
El eudemonismo es una corriente ética y un concepto filosófico que justifica todo aquello que una persona realice si el objetivo es alcanzar la felicidad y por tanto si aquello que hace le sirve para lograrlo.

La fundamentación de la ética debe de partir, no de un bien abstracto proveniente del mundo natural, sino de los bienes. Aristóteles observa, él como todas las cosas, por naturaleza tienden a un fin, es más, decimos que algún objeto es bueno cuando este realiza su fin natural. Para ejemplo una pluma, si con facilidad y suavidad podemos realizar los trazos decimos que es una pluma buena pero si es cortante y rugosa entonces decimos que esa es una pluma mala.
La bondad de cada cosa viene dada a partir de su fin específico. De esa forma, si queremos saber cuál es el bien real y concreto del hombre, tendremos que saber cuál es el fin que los hombres persiguen a lo largo de su vida. Para Aristóteles ese fin no es otra cosa que la “Felicidad”. El verdadero fin del hombre es su felicidad, por ello, para Aristóteles “bondad” y “felicidad” se identifican, es decir, que no son dos cosas distintas, sino que son una sola. Para él, el hombre bueno y honrado es feliz. De esta forma podemos darnos cuenta que la ética de Aristóteles es completamente eudemonista, es decir, que está fundamenta el bien del hombre en su felicidad. Pero para Aristóteles, la felicidad no se identifica con el placer. Si se pusiera el fin de nuestras vidas en el placer, si pensáramos que la felicidad no es más que el mayor gozo posible, seriamos como animales. De otra forma, nos tocaría llamar feliz y honrado al buey que encuentra placer en hartarse de alimento en un campo de guisantes. Para Aristóteles, la búsqueda del placer no hace al hombre feliz, más bien puede hacerle desdichado, tal es el caso del borracho que encuentra placer al beber sin medida, pero luego se encuentra postrado y agonizando en una cama con su hígado destrozado por el vicio.
Fundamentación subjetivista
El subjetivismo es la postura filosófica que toma como factor primario para toda verdad y moralidad a la individualidad psíquica y material del hombre. Las fundamentaciones subjetivas son aquellas que niegan la necesidad de todo conocimiento de la realidad o de la naturaleza del hombre para asentar la moral. Esta afirma que la única fuente de la misma se sitúa en la conciencia subjetiva del hombre. Esta se divide en:
- Hedonismo
- Utilitarismo
El hedonismo: Es una doctrina de la filosofía que considera al placer como la finalidad o el objetivo de la vida. Los hedonistas, por lo tanto, viven para disfrutar de los placeres, intentando evitar el dolor. Para el hedonista, el problema de decidir qué es lo bueno y que es lo malo, en términos filosóficos, se resuelve de manera muy simple, “mediante el estudio de las sensaciones y sentimientos que cada cosa produce en mí. Lo bueno es aquellos que me produce sensación de agrado, y lo malo es aquello que me causa desagrado o dolor”.
De este modo, la conciencia subjetiva del hombre es la que se convierte en fuente de criterio último. El placer y el dolor son sensaciones de mi subjetividad, son las dos piedras sobre las cuales se ha de construir el edificio de la ética.

Utilitarismo: Es una doctrina filosófica que sitúa a la utilidad como principio de la moral. Es un sistema ético teleológico que determina la concepción moral en base al resultado final. Se puede decir que este es un hedonismo socialmente organizado.
Jeremy Bentham, filosofo ingles del siglo XIX, y fundador del utilitarismo. Para el utilitarismo, el criterio del bien ya no es la mera sensibilidad individual de un sujeto aislado, sino la sensibilidad individual del mayor número de personas. Así, para saber si un acto es bueno o malo, se ha de hacer un menor cálculo matemático, se suman los placeres recibidos por todas las personas que han tenido relación con este acto.
La socialización del placer para Bentham, es una socialización montada sobre una concepción individualista y liberal, la sociedad es la suma de individuos aislados, y por lo tanto el bien es la suma de placeres aislados.
El utilitarismo olvida que la sociedad es una “estructura” y como tal impone unos causes concretos a las tareas practicas de los individuos. No es posible cualquier bien ni cualquier humano, el hombre es un ser dotado con el razonamiento, y esto determina que su perfección y su felicidad consisten en el uso de la misma.

La sensibilidad, equivale para Kant, a esclavitud, mientras que el uso de la razón significa la libertad para el hombre. La moral es un hecho de razón, es decir, es algo que se presenta al ser racional como una obligación ineludible, que trata de imponer y de triunfar sobre las inclinaciones egoístas al placer que me presenta.
En cambio la razón no me da un objetivo o contenido a seguir, sino solamente criterios. Y los criterios racionales, son para Kant criterios universales, es decir, que son validos para todos, tal como lo es el mandamiento de “no mataras”, el cual es válido para todos. Para Kant se trata de un imperativo categórico, es decir, de algo que me manda absolutamente.
No se trata de hacer algo con vista a un fin. La conducta moral, según Kant, es una conducta desinteresada. No actúa con vista a un logro concreto, sino que actúa puramente por el deber. El deber que la razón me impone, es el de actuar por criterios universales, es decir, que para que una acción sea considerada buena, debe ser que el criterio por el cual el “yo” actúo, sea un criterio que puede valer universalmente para todos los hombres, es decir, que no busque el bien propio sino que un bien común.
No hay comentarios:
Publicar un comentario