Sensibilidad Activa
El problema de la ética subjetivista es su ceguera para captar el carácter activo de la sensibilidad. Cuando se piensa en sensibilidad se le considera algo pasivo, en otras palabras, una pura receptividad de datos sensibles que producen placer o dolor. Se sitúa esta actividad en la razón, pero entonces se convierte en una actividad separada de las circunstancias sensibles concretas, una actividad puramente racional que encuentra todo su sentido en ella misma. Para la filosofía de la praxis el carácter activo del hombre no reside primariamente en la razón. Si la razón es activa y dinámica, es porque ya es la sensibilidad, es decir, porque el sentir humano ya está en interrelación dinámica con el mundo.
La dialéctica entre Hombre-Mundo tiene dos dimensiones:

En segundo lugar este hombre no es un hombre abstracto, sino el género humano, es decir, una especie biológica y unas relaciones sociales que estructuran en diversos modos la actividad de cada hombre individual concreto. Ahora bien la sociedad y el hombre concreto, se hallan en interacción dialéctica, es decir, que el hombre es el producto de la estructuración concreta de la sociedad en la que vive, pero esta sociedad no es nada fuera de los hombres reales de carne y hueso.
El individuo es un producto social, pero la sociedad se construye y se transforma prácticamente por los individuos que pertenecen a ella. Sobre estas estructuras se monta justamente la historia. Es la historia de los distintos modos sociales de organizar la relación humana con la naturaleza. El dinamismo de la historia es justamente la transformación y cambio de estas estructuras. Esta transformación y cambio solamente se realizan a partir de las posibilidades concretas que ofrecen las estructuras precedentes.
Las estructuras tienen sus propias leyes, que no siempre dependen de la voluntad de los hombres. Pero al mismo tiempo estas estructuras ofrecen posibilidades reales a los hombres para aprovecharlas y transformarlas en determinadas direcciones.
Fundamentación del Criterio

La característica del hombre en el reino biológico, no es que por naturaleza, deba de hacer esto o lo otro, es decir, que determinada moral sea la moral natural del hombre. Por lo contrario, lo propio de la realidad humana es su indeterminación, la apertura de sus instintos y la posibilidad de organizar autónomamente la naturaleza exterior y de la naturaleza propia. No se puede deducir la moral, a partir de supuestas leyes naturales, pues justamente el hombre es el animal que menos leyes posee, sin embargo, si la naturaleza no es, en el caso del hombre, fuente del criterio que oriente su conducta moral, no sucede lo mismo si consideramos la conducta del hombre desde el punto de vista del carácter dialectico de lo real en su totalidad.
No existe el hombre en abstracto, sino la interrelación constitutiva entre el hombre y la naturaleza, en la cual ambos cobran su realidad y su estructura definitiva. El hombre, en cuanto especie que organiza socialmente su actividad practica, se trata de una estructura unitaria. La actividad social del hombre es, al mismo tiempo, actividad transformadora del la naturaleza.
Si la actividad social es económica, sociopolítica e ideológica, se puede decir que el hombre transforma económicamente. Evidentemente, en una estructura no hay notas económicas separadas de las demás. La economía es inseparable de su organización institucional y del aparato ideológico que la acompaña. En esta estructura se puede hablar de un proceso histórico. Las posibilidades que cada época posee suponen posibilidades que la historia anterior se ha apropiado, y en cada una de las dimensiones de esta estructura se puede hablar de una evolución ascendente de la humanidad.
Liberación de la Enajenación
Tanto el subsistema económico, como el sociopolítico o el ideológico, están enajenados respecto a la actividad del hombre que la ha creado.
El género humano no es dueño de su actividad económica.
El sociopolítico también está sujeto a enajenación.
El subsistema ideológico no, hace más que legitimar estas enajenaciones, separa la reflexión de los hombres, de su vida real concreta y haciendo pasar por real o inevitable lo que está hecho por la mente humana.
Para Marx toda alienación tiene una base radicalmente (de raíz) económica y social. No es, pues, una pretendida naturaleza humana la base de la alienación, sino la condición real en la que el hombre se encuentra como consecuencia de su actividad productiva en determinadas condiciones históricas. La alienación religiosa no es más que una de las diversas formas de alienación que el hombre padece. La fundamental es la alienación económica, la que aparece ligada al trabajo humano hecho bajo determinadas relaciones de producción: las que se establece entre los que poseen los medios de producción y los que sólo disponen de su fuerza de trabajo.
En definitiva, el hombre no es dueño de su actividad social, sino que esta se independiza del control humano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario